Brasil está en la mira del mundo. Detrás de la planeación de los juegos olímpicos se evidencian complejos cambios y nuevos proyectos de arquitectura y urbanismo que iniciaron con la Copa Confederaciones, la Jornada Mundial de la Juventud y que se proyectan hasta el 2016, cuando Rio de Janeiro será sede del gran evento deportivo. Estos acontecimientos representan sin duda un reto y una oportunidad de desarrollo para el país carioca, y ponen a prueba la capacidad para albergar mega eventos y atender las necesidades de grandes flujos de turistas y participantes de estos acontecimientos.
Brasil, y en especial Río, es sede de variados planes y proyectos que incluyen la adecuación y construcción de infraestructuras y espacios públicos no sólo deportivos, sino también destinados al desarrollo de actividades complementarias como hoteles, centros comerciales y de entretenimiento, entre otros, que vienen ejecutándose con celeridad en los años previos a estos mega eventos. | Pero las decisiones para llevar a cabo este acelerado proceso de intervención y transformación urbana han llevado a un polémico distanciamiento de opinión entre la comunidad y el estado. Organizaciones no gubernamentales como la Articulación Nacional de los Comités Populares del Mundial, que reúne a movimientos sociales, organizaciones, representantes de comunidades y otras entidades sensibles al tema de las transformaciones urbanas para los mega-eventos deportivos, han denunciado ante la ONU la situación de desalojo forzado como el gran drama que viven muchas familias brasileñas desde el inicio de las obras para los Mundiales y los Juegos Olímpicos.
Las masivas expresiones colectivas de descontento en Brasil han puesto en evidencia una vez más ante el mundo, la importancia de que los ciudadanos participen de los planteamientos iniciales y del desarrollo proyectos que como estos, impactan grandemente el futuro del espacio urbano, y por tanto de la habitabilidad de las ciudades. |
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